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Smitzy — Slow Chinos

Es curioso como “la vuelta de verano” se trata como una experiencia social y casi conductual, y se escribe sobre qué experimentamos, cómo debemos afrontarla y qué estrategias debemos poner en marcha para encarar los próximos meses con energía, actitud, deportes “definitivos”, dieta rica en proteínas y zumos detox.

De repente, la reflexión sobre el tiempo, las relaciones, las expectativas…está de moda, se acepta y se celebra. Septiembre se convierte en una especie de catarsis pre otoñal que nos permite renacer y reinventarnos, para metamorfosearnos en una versión mejor de nosotros mismos.

En realidad, es fascinante. Vivimos tiempos dónde mirar hacia dentro y preguntarnos “cosas” está bien visto, y es hasta cool. A pesar de cierto tufillo pseudofilosófico, la realidad es que hemos llegado a integrar la introspección y los propósitos de cambio como elementos naturales de nuestra vuelta a la rutina.

Más allá de que las RRSS se llenen de hashtags y fotos de bowls de avena con chia que anuncian cambios de vida y buenos propósitos, si hay espacio para la concienciación de los propios hábitos y cómo mejorarlos, hay esperanza.

El movimiento slow ha echado raíces, y aunque la denominación suene a canción chunga de reggaetón, pensar en que “somos lo que consumimos y cómo lo consumimos” es un ejercicio de análisis muy interesante. Y ya nadie te mira raro si compras harina bio de espelta o te esfuerzas por consumir verduras de temporada y proximidad. Se percibe como una señal de responsabilidad adquistiva.

Y el rugido se oye más allá de los patrones dietéticos. En Smitzy, nos hace mucha ilusión pensar que cuando alguien se prueba nuestros chinos, percibe los quebraderos de cabeza hasta que dimos con el corte perfecto. El subidón cuándo escuchamos que es probarse su smitzy, y constatar con asombro que no hace falta ni un dobladillo ni meter pierna. Lo sentimos por las retucherís del mundo, pero el mimo y las cosas bien hechas dejan a los alfileres fuera de juego.

Calidad, antes que cantidad. Producto español, con una producción cuidada y controlada. Una elección consciente de lo que llevamos puesto y por qué lo llevamos. Un consumo reflexivo, de calidad y hedonista. Y también solidario (gracias Fundación Aladina por compartir con nosotros el sueño de que moda y frivolidad no tienen que ir necesariamente de la mano).

Volvemos de verano con un aluvión de patrones, colores y tejidos nuevos, pero con la idea de nuestro ADN intacta: un Smitzy lo que tiene que hacer es quedar impecable. Y lo demás son fast chinos.

Smitzy — Chino Midnight

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